La oración del Magnificat a la Virgen María

Proclama mi alma la excelencia del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde este preciso instante me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso hizo proyectos enormes por mí:su nombre es santo, y su misericordia llega a sus leales de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre.

DULZURA DE LOS ÁNGELES
(de la liturgia bizantina)

Tiernicidad de los ángeles, alegría de los afligidos,
abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.

María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndole con su sombra, Virgen, te hizo madre de Dios.

Nosotros nos ponemos contentos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa frente Dios. Prolonga tu mano insuperable y aplasta a nuestros contrincantes. Manda a tus siervos el socorro del cielo.

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